La ejecución del Rayo del Sur

por | Dic 3, 2024 | Portada

En la Gazeta de México del 23 de diciembre de 1815, se escribió en el encabezado: “Ejecución del rebelde José María Morelos”. Hoy 22 fue pasado por las armas este infame cabecilla, cuyas atrocidades sin ejemplo han llenado de luto estos países”.

Un día antes, fue extraído de la Prisión de la Ciudadela por el Coronel Manuel de la Concha. Por los territorios de San Cristóbal Ecatepec, en el Estado de México, fue pasado por las armas, hincado y de espaldas ante un pelotón de fusilamiento.

En noviembre, ya preso por los realistas y rumbo a la capital del país, en Tepecuacuilco, le escribió una carta a su hijo Juan Nepomuceno Almonte, quien para entonces no había cumplido 15 años. En la misiva, le conmina a terminar la obra que había comenzado Hidalgo y, le comenta entre otras cosas que había cumplido con su conciencia y que, Morir es Nada, Cuando por la Patria se Muere. El día 22 llegó a la ciudad de México para ser llevado a la prisión de la Santa Inquisición. Seis días después fue trasladado a la Ciudadela en donde, fue interrogado. Los realistas querían toda la información posible sobre los cabecillas, las posiciones y posesiones, los apoyos, los pertrechos y, todo lo necesario para acabar de una vez por todas con el movimiento insurgente.

Particularmente, sobre el juicio a José Mará Teclo Morelos y Pavón, el Maestro Carlos Herrejón Peredo, afirma que todo el proceso se integró de diez etapas: la primera con el interrogatorio inicial; la segunda, contempla los cargos desprendidos de su interrogatorio y de los descargos de Morelos; la tercera, la defensa que intenta hacer del reo el Licenciado José María Quiles; la cuarta, el pedimento del promotor fiscal del arzobispado; quinta y sexta etapas, la sentencia y ejecución de la degradación; séptima, interrogatorio de la autoridad civil; octava, pedimento de la pena de muerte; novena sentencia; y décima, ejecución de la misma. 

Cuando Miguel Bataller, solicitó la ejecución del insurgente pidió que fuera fusilado por la espalda como los traidores, que le fuera cortada la cabeza y exhibida en la plaza mayor de México en una jaula de hierro; y que, su mano derecha se enviara a Oaxaca para escarmiento público. 

El día de su muerte, en una iglesia barroca en la Villa, en el norte de la hoy ciudad de México, en un lugar denominado el posito, se le permitió rezar por última vez. Fray José María Salazar, religioso de la orden de San Francisco, fue su acompañante, confesor y confidente quien, legó a las nuevas generaciones el imperdible testimonio sobre las últimas horas de vida del Rayo del Sur.

Sí fue fusilado por la espalda; sin embargo, el Virrey Félix María Calleja del Rey, ordenó que su cuerpo no fuera mutilado después de ser ejecutado en un paraje. También encargó que no se expusieran sus restos y que se le diera inmediata sepultura eclesiástica.

Como nadie, en una sola personalidad, Morelos combinó de la mejor manera tres roles principales en su vida: el del militar, el estadista y el párroco. La ruptura radical del Siervo de la Nación con la estructura de poder de la monarquía española, con el movimiento insurgente de 1810, prácticamente le condenaron a muerte. La corona mató al ser humano, sin embargo, su trayectoria militar y fundamentos ideológicos, le sitúan hasta nuestros días como parte fundamental de la construcción de una nueva patria.

En este 2024, se conmemorará el ducentésimo noveno aniversario luctuoso de José María Morelos y Pavón, de aquel que impulsó la primera Constitución del México independiente; del estadista que entendió que el fundamento de la mejor república concebida por la democracia, es y será siempre la separación de poderes.

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