Tehuantepec se prepara para recibir una vez más la Vela Sandunga, un evento que trasciende la mera festividad para convertirse en un vibrante testimonio de la rica herencia cultural de la región. Inevitablemente, esta celebración nos transporta a los orígenes de la Sandunga, una melodía que hoy resuena como el verdadero himno del istmo, entrelazando su historia con el alma de su gente.
El Nacimiento de un Legado Musical
Los anales históricos sitúan el debut de la Sandunga en el año de 1850, cuando sus acordes, llegados desde España, resonaron por primera vez en el teatro de la ciudad. Este acontecimiento inaugural, celebrado el 3 de diciembre, rindió homenaje a la destacada actriz española María Cañete de Laymon. No obstante, fue en 1853 cuando la Sandunga, ya arraigada en el corazón de Tehuantepec, experimentó una metamorfosis trascendental. Las adaptaciones locales, aunque no documentadas con precisión, le confirieron una identidad propia, forjando un vínculo indisoluble con la sensibilidad musical de Tehuantepec.
En este crisol creativo, emergen dos figuras centrales de Tehuantepec: Andrés Zaa y Máximo Ramón Ortiz. Andrés Zaa, un talentoso músico, se presume como el artífice de las adaptaciones melódicas que fusionaron la Sandunga con los acordes regionales, anclándola definitivamente en Tehuantepec. Por su parte, Máximo Ramón Ortiz, un prolífico político, ha sido objeto de diversas teorías en torno a la composición de los versos de la Sandunga. Si bien existe la noción popular que reza: «si preguntan quién cantó dirán que Máximo Ramón Ortiz», la investigación realizada por el historiador Francisco Belmar en 1901, que documenta las estrofas cantadas hasta esa fecha, no incluye esta línea. Sin embargo, una de las estrofas sí alude directamente a él con la frase: «Sandunga eres de Ortiz», sugiriendo que la atribución de la autoría de la interpretación pudo haber sido una adición posterior.
La Vela Sandunga: Un Siglo de Resistencia y Esplendor
El profundo arraigo de la Sandunga en Tehuantepec y sus alrededores motivó la organización de una gran vela conmemorativa en 1953, en honor al centenario de su llegada al istmo. Este magno evento coronó a Bernarda Moraga Azcona como la primera Reina de este festejo, marcando el inicio de una tradición que, a pesar de interrupciones ocasionales, ha perdurado hasta nuestros días.
La Vela Sandunga contemporánea es mucho más que una celebración; es una ventana al mundo de la magia, la belleza, la etnicidad, la danza, la música y la inquebrantable identidad que se vive en Tehuantepec. Al igual que muchas otras velas que engalanan el Istmo de Tehuantepec, nos recuerda la invaluable riqueza cultural que poseemos y que, con orgullo inmenso, preservamos. Estas festividades no solo custodian nuestra identidad, sino que también la proyectan con un brillo inconfundible al mundo, tejiendo un legado de orgullo y pertenencia.
Autora: Julia Astrid Suárez Reyna