• Las personas migrantes son extorsionadas principalmente por policías y agentes del INAMI, y además, son víctimas de malos tratos y abusos
Oaxaca. Las personas migrantes que transitan por Oaxaca y el resto de los estados viven una realidad “deshumanizante”, y el país está desbordado por la migración, afirma Araceli Tovilla Galindo, directora del albergue del Centro de Orientación del Migrante de Oaxaca (COMI).
Parte de la congregación católica internacional Misioneras Siervas del Espíritu Santo, advierte además un incremento en el flujo migratorio principalmente de personas originarias de Venezuela, y frente a esta situación, la falta de espacios para garantizarles una estancia digna en lo que continúan su camino.
Entre enero y junio de 2024, el Instituto Nacional de Migración (INAMI) ha rescatado a 6 mil 132 personas migrantes en situación irregular en el estado de Oaxaca, de las cuales un tercio han sido canalizados a los albergues de la red DIF para su alojamiento temporal, según la Unidad de Política Migratoria. Y sólo un porcentaje mínimo han sido devueltos o deportados a sus lugares de origen.
El mayor número de rescatados, en este periodo, ocurrieron en la ciudad de Oaxaca – capital del estado –, San Pedro Tapanetepec en el Istmo de Tehuantepec y en Tlacolula de Matamoros, municipio de la región Valles Centrales y uno de las principales rutas de las personas migrantes en su tránsito hacia los Estados Unidos de América.
De las 6 mil 132 personas migrantes rescatadas, de acuerdo con el INAMI, 3 mil 593 han sido presentados; es decir, se les ha otorgado alojamiento temporal en tanto se regulariza su estancia o son deportados a su país de origen. Otras 2 mil 179 fueron canalizadas a los albergues de la red DIF para su alojamiento temporal.
De este total, solamente 42 personas migrantes fueron deportadas a sus países de origen, y la cifra incluye niños, niñas, adolescentes y adultos.
La Unidad de Política Migratoria detalla que entre los rescatados mil 155 eran niños, niñas y adolescentes: 803 entre 0 y 11 años de edad, de los cuales siete viajaban solos; 352 tenían entre 12 y 17 años de edad, de los cuales 250 viajaban sin ningún acompañante.
El COMI reabrió sus puertas en mayo, tras estar cerrado alrededor de tres meses por cambios en su administración por la Arquidiócesis de Antequera, y luego de confiar a Misioneras Siervas del Espíritu Santo. El albergue tiene 20 años funcionando en la ciudad de Oaxaca.
Actualmente tiene una capacidad para atender a 50 personas, quienes pueden dormir en una cama durante dos noches, recibir un café por la mañana y una comida al día. Ahí pueden descansar, dormir, bañarse y lavar su ropa.
Los apoyos en especie que recibe el albergue como alimentos y vestido provienen de las parroquias que instalan centros de acopio con la finalidad de recabar insumos para las personas migrantes; pero, una de sus principales dificultades son los recursos económicos necesarios para contratar personal que ayude, por ejemplo, en la preparación de alimentos.
“Lo que ofrecemos es un espacio donde puedan descansar, al menos dormir seguros dos noches, una comida al día, porque tampoco tenemos una cocinera que esté todo el tiempo para cocinar los alimentos.
“Si tuviéramos más empleados, podríamos mejorar el servicio o ampliarlo un poco más, porque nosotras sólo trabajamos de lunes a viernes, como no tenemos personal no tenemos la economía suficiente para los salarios; o tener una cocinera de manera permanente para ofrecerles más alimentos durante el día”, explica Araceli Tovilla.
En algunas ocasiones se han permitido recibir hasta 100 personas migrantes al día, pero afirma que no en buenas condiciones para acogerlos. “La realidad”, apunta, “es mínimo lo que podemos hacer nosotros aquí adentro en comparación de toda la población migrante que está en la calle, y eso no lo podemos solucionar nosotras”.
Sobre el problema migratorio, la directora del COMI explica que la mayoría de las personas que solicitan atención o un espacio en el albergue afirman que decidieron migrar por la situación económica en su país. Las originarias de Venezuela, agrega, sostienen que el sistema de gobierno se ha complicado y que huyen de las carencias económicas en las que viven. Las originarias de Ecuador, por su parte, mencionan además de las condiciones económicas, la violencia.
Sobre la travesía para llegar hacia los Estados Unidos de América, la mayoría denuncia los robos y las extorsiones en Guatemala y en México. En nuestro país, las personas migrantes también son extorsionadas principalmente por policías y agentes del INAMI, y además, son víctimas de malos tratos y abusos.
“Llegando aquí (a México) también. Los dejan subir al autobús, pagan sus pasajes y después de un tramo los baja y les dicen que caminen; también los extorsionan y les piden dinero para seguir, a las mujeres y los niños los dejan en el autobús, pero a los hombres les dicen bájense y ustedes caminen, esto en la parte del Istmo de Tehuantepec”.
Para la directora del COMI hay dos maneras de percibir la migración en Oaxaca y en el país. “Hay dos realidades”, puntualiza. Por un lado, explica, México está realmente desbordado por esta realidad; a diferencia de otros momentos en que se sabía de la emigración y de las personas que transitaban y se iban, pero con la situación que vive Venezuela “se ha desbordado” y complica más la situación.
En segundo lugar, señala que las personas migrantes viven una realidad deshumanizante porque tienen que vivir en la calle, viajan con niños durmiendo en cualquier parte, pasan hambre y hacen esfuerzos por tener dinero para seguir.
“Pero entonces les roban, los extorsionan para que puedan seguir. Y es muy triste que sean los mismos que deberían cuidarlos, la policía o la migración, que les hagan eso para dejarles continuar, cuando se supone que tienen la vía libre para que puedan transitar por el país”.
La actuación de las policías federales, estatales y municipales, y del INAMI, denuncia, “aumenta de por sí ya el sufrimiento que traen del camino, que han pasado por la selva: ellos hablan de los muertos, de la violencia que viven en esa parte del camino”.
Esta deshumanización, opina, incluso ha provocado que algunas personas se vuelvan más violentas o demandantes.
“Quieren más cosas, pero a veces decimos que es por la misma situación que han tenido, de no tener nada, de pasar hambre, y después quieren como todo. Y tampoco en el país les podemos dar todo, les damos lo mínimo necesario para que puedan sobrevivir y seguir avanzando”.
Araceli Tovilla considera que la situación migratoria en el estado parece no ser una prioridad para el Gobierno, porque prácticamente no están haciendo nada.
“No están haciendo muchas acciones, o casi nada. Creo que nos visitó el del Instituto a los migrantes pero que se dedica más a los oaxaqueños, y una vez vino aquí y dijo que estaban intentando que se abriera a este flujo de migrantes; pero nosotros no hemos visto nada”.